Furtivo

1.-Niñez
2.-Cavilar
3.-Lunes
4.-Ver llover
5.-Calle
6.-Visita
7.-Furtivo

Cuando entro al departamento esta bastante claro por la luz del sol pero aun así enciendo la lampara de techo y me tumbo en una masa gris enorme junto al taburete que se transforma en mi almohada. Ya solo resta esperar... y justo cuando mi mano accionaba el control remoto  de televisor escucho el quedo golpe en la puerta que terminaba mi espera. Al levantar con un suspiro, de un salto llego mas rápido a la puerta que, al abrirla con sigilo, permite ver a mi querida mirar con gesto vigilante al corredor por donde llegué a su misma posición.  Un poco sigilosa deja el corredor, ahora dentro sigue intranquila pero bastante mas quieta.

Parada frente mio mira al suelo y a mi de reojo, y a la altura del codo la abrazo y... ella esconde los labios. No quise hablar de eso, le beso la mejilla como a una niña pequeña... provoco una enorme sonrisa en su cara a media luz y eso casi borra de la mía el gesto de pesar ante aquella negativa. Ella ahora se pasea a pasitos saltarines por el paso alrededor de la cama, llega a la mesa para mirar por la ventana.
- Si no me encuentra se va a enojar mucho - me dice, apenas rompiendo el silencio
- Pero no tendrías que hacer estas cosas a escondidas
- Pero así es... si en un rato no llega...

Suspiro. Se me da bien. Ella corta mi pequeña racha de tensión con pasar su mano por la izquierda de mi nariz mientras sus labios dibujan una pequeña sonrisa cariñosa que se transforma en beso entre la sien y el pómulo contrarios a su mano. Aun así ella seguía expectante por quien llegara al edificio, de ser quien vive con ella tendría que salir rápido a su puerta mientras yo le ganaba tiempo en el corredor.
- Ya tengo aquí 20 minutos, si no se aparece en los siguientes 10 no regresara, hasta mañana

Puede ser que si me pasara todo el día trabajando espere algunas atenciones cuando llego a casa pero no al grado de exigirlas de esa manera... bien, quizás alguna vez, cosa muy distinta es hacerlo todos los días y mas siendo el cumpleaños de tu hija. Siempre me pareció que la hermosa figura que tenia a mi lado guardaba un pequeño pesar en su alma, pero no lograba discernir exactamente que era, si bien vive con esa persona en suficiente armonía, no encontraba en ella o sus maneras algo que me dijera que le guarda un afecto importante, mas halla del agradecimiento por el techo y los alimentos. Pudiera ser una solemnidad en su trato si no fuera que por insistir no conseguí que ella quisiera invitarle a festejar su cumpleaños, mas bien  a cada minuto que pasaba parecía mas aliviada de no tener que mirar aquella presencia.

Eso cambiaba cada vez que escuchábamos pasos por el edificio, ese arquitecto era especial o se debiera a la poca población, era también muy común el silencio en el edificio que permitiera escuchar si andaba alguien por el corredor. Aquel elevador jamas paraba en el piso cuarto por mas que se presionara el botón, sumando al cansancio acumulado, la ruta obligada era pasando la esquina hacia mi departamento y bajar por las escaleras un piso para llegar al de ella.

Los minutos eran largos mientras pensaba en que se cumpliera el plazo y sentir que podemos pasar los siguientes momentos sin carrera. Y se cumplió, para las 11:05am ella hecho una ultima mirada meticulosa a la calle desde mi ventana pasando su dedo medio e indice por el borde del labio inferior, parecía un zorro explorando. Muy relajada ella se tiro de espaldas a mi cama extendiendo sus brazos a todo lo largo y las piernas colgando por el costado. Con el desorden de las sabanas y su figura sumida podría pasar desapercibida, así que me coloque junto a ella cuidadoso de no aplastar nada sensible y el ventilador de techo nos baño de frescura unos instantes, voltee a mirarla y tenia una sincera sonrisa que me dejo ver su diente disparejo que me recordaba a la dentadura de un infante.
Me palmeo el pecho y en un respingo corrió diciendo:
-¡Yo pongo las palomitas!

Y vimos un par de películas, cocinamos, hablamos, reímos. Ese pollo con eso como aderezo amarillento quedo realmente suculento, gracias a ella por supuesto. Comimos en la cama, como reyes. Ya batidos cual bebés por el jugueteo sólo escuchamos el silbar del viento y recostados con las cabezas juntas todo parecía ir lento. Ocasionalmente ella encontraba una parte de mi para acariciar y yo una de ella para besar, con la mencionada restricción... hasta que la alarma sonó indicando que debíamos se(pre)pararnos.